-
Arquitectos: Oltmann Ahlers W + Oltmann Ahlers G, dRN Arquitectos; Oltmann Ahlers W + Oltmann Ahlers G, dRN Arquitectos
- Área: 260 m²
- Año: 2009
-
Fotografías:Nico Saieh, Felipe Camus , Erieta Attali
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El no contar con una vista directa al mar nos dio la posibilidad de orientar esta casa de fin de semana hacia un paisaje inesperado. El panorama abierto del Océano Pacífico ha sido reemplazado por una vista más privada hacia los cerros costeros del este y hacia un espacio interior definido por un grupo de árboles preexistentes. Estas condición natural del sitio como un “patio trasero” en sombra aparecía como la situación ideal para tomar distancia de la ciudad, y al mismo tiempo, aislarse de la intensa vida estival del balneario de Cachagua.
A lo encontrado en el lugar se sumaban las necesidades “mínimas” de una familia numerosa, las cual definían una superficie construida que dejaba poco espacio exterior libre si el programa era concentrado en un solo volumen.
La casa divide el sitio en 5 franjas paralelas, ocupando el terreno en todo su largo. Los distanciamientos dados por la normativa del poblado obligan 2 franjas de jardín hacia el norte y el sur, y la casa se organiza en 2 franjas de programa distanciadas por un tercer espacio de jardín de 4 metros de ancho. Este esquema de patio-casa-patio-casa-patio alterna espacios exteriores y espacios interiores, los cuales, al ubicarlos en distintos niveles del terreno permiten que el techo de un volumen sirva de terraza del volumen superior. Esta simple fragmentación del terreno y el programa, y la definición de distintos niveles, generan una equivalencia entre los espacios exteriores e interiores de la casa; un paralelo entre circulaciones por dentro y conexiones espontáneas por fuera, incentivando una vida informal “puertas afuera” propia de la vida en una casa de playa.
Durante el invierno el número de ocupantes disminuye, la temperatura baja y la casa adopta una vida más interior. La separación del programa permite cerrar el nivel inferior que ocupan las visitas durante el verano y funcionar de manera más reducida utilizando solo los espacios del segundo nivel.
La variación del programa entre estaciones, que define un invierno silencioso al interior y un verano agitado al exterior, es absorbido por la casa maximizando los ritmos propios de un refugio de fin de semana.
La construcción de estas ideas se materializó a través del contraste de la estructura del zócalo y una estructura liviana de cubierta. La primera, ejecutada en hormigón visto y en estrecho contacto con la topografía irregular del terreno, y la segunda, en perfiles de acero y distintos cerramientos de madera, definiendo interiores más calidos y encuadres específicos sobre el paisaje.